Desde hace miles de años, las mujeres han experimentado con su regla. Y aunque esta siempre ha sido un tabú que debía pasar desapercibido, han aparecido objetos y prácticas, como la copa menstrual, que han ayudado a la empoderación femenina a través de su sexualidad.
En Nepal las mujeres y las niñas son expulsadas de sus casas los días que tienen la regla. Se las lleva a cobertizos, se las relega al campo o a espacios espeluznantes en los que tienen que vivir esos días. Esto se llama Chupadi – el aislamiento para menstruar -. Se cree que si no se las aísla, el pueblo y la comunidad pueden llegar a sufrir horribles desgracias. En la India muchas niñas y mujeres no pueden entrar en la cocina, en los templos sagrados, o ni tan solo comer con su familia los días que tienen la regla. Existe una creencia que dice que aquellos días que menstrúan pueden agriar la comida. En Afganistán ellas no pueden ducharse cuando tienen la regla; podrían perder la fertilidad. Eso, por consecuencia, les causa infecciones, irritaciones… Una creencia popular en la Bolivia rural dice que no se pueden mezclar los “residuos” menstruales con los demás. Que eso provocaría enfermedades, o incluso cáncer a toda la comunidad.
Todo esto lo único que hace es alimentar las creencias falsas, que siga habiendo tabúes y, por consecuencia, desinformación y miedo. Algunas chicas no podrán ir a la escuela aquellos días que tengan la regla, tendrán que esconderse para limpiar sus paños; paños porqué ellas no tienen acceso a tampones, compresas o copas menstruales, y tendrán que dejar de acudir a actividades sociales. Toda su vida tendrán que soportar el bochorno de, simplemente, haber nacido mujer. Y es irónico, porqué la regla es un indicador de que nuestro cuerpo funciona correctamente, de que estamos sanas. Es una función corporal normal y, lo más importante, la experimenta más de la mitad de la población mundial.
Pero aunque digan todo eso, la realidad es otra. Un estudio elaborado por Intimina concluía que cerca del 30% de las mujeres no había recibido información sobre la menstruación en su infancia o adolescencia. En India el 50% de las niñas no sabía qué era la regla hasta que no la tenía y 1 de cada 5 chicas deja la escuela debido a su menstruación en muchos países subdesarrollados. Incluso el 75% de mujeres que viven en ciudades compran sus productos menstruales en bolsas oscuras, para que no se asocie a la regla.
Pero igual que los tabúes, las creencias y la información falsa hacen que crezcan nuestros prejuicios, nuestros miedos y nuestra inseguridad. También hay otras opciones que nos ayudan a visibilizar, normalizar y a cambiar la visión de nuestra regla.
1930. Chalmers. Esa fue la década clave para la salud femenina. Desde siempre las mujeres han investigado y experimentado con su menstruación. Pero no fue hasta finales del S.XIX y principios del S.XX cuando realmente se empezó a pensar en una copa interna que recogiera el flujo menstrual. Se empezaron a patentar productos parecidos a la copa en Estados Unidos, pero no eran ni cómodos ni efectivos y, por lo tanto, dejaron de comercializarse. En 1937 Leona Chalmers patentó la copa menstrual para que se empezara a vender en Estados Unidos, aunque, por desgracia, el estallido de la Segunda Guerra Mundial obligó a que se cerrara la producción. Sin embargo, esto no fue ningún obstáculo para ella, que entre la década de los 50 y los 70 se asoció con una empresa más grande para reinventar el modelo de copa menstrual, que se dio a conocer como Tassete. Y aunque se intentó lanzar una gran campaña educativa a favor de la copa, no se consiguieron grandes resultados, y la empresa tuvo que cerrar en 1973.
Finalmente, en el año 2000, apareció la silicona de grado médico. Este nuevo material hipoalérgico era muy resistente a las bacterias y, rápidamente fue adoptado para la fabricación de las nuevas copas menstruales. Y, es curioso que, pese a contar con casi 100 años de historia, la copa menstrual no se ha popularizado hasta hace poco, que ha empezado a crecer tanto la consciencia medioambiental como la preocupación por la salud de nuestro cuerpo.
Seguramente todas tenemos miedo a probar cosas nuevas, nos cuesta, hay poca información, y la que hay es vaga y poco transparente. Puede que esto sea lo que pasa un poco con la copa. Y, aunque es cierto que, poco a poco, está empezando a resonar fuerte, no tenemos todos los datos que necesitamos.
Ventajas de la copa menstrual
Una caja de tampones cuesta alrededor de 4 euros. Si consumimos una caja entera cada mes, eso se traduce en 120 cajas en 10 años; y 480 euros. Teniendo en cuenta que una mujer tiene la regla más o menos unos 40 años, nuestra regla nos costará casi 2.000 euros; y solo contando los tampones. Una copa menstrual certificada cuesta alrededor de 25 euros y tiene una vida útil de 10 años. Eso significa que en 6 u 8 meses ya la has amortizado.
Otra de las ventajas es la huella ecológica. Durante toda nuestra vida generamos unos 7,500kg, equivalente al peso de tres elefantes adultos. Y tardarán más o menos 300 años en “desaparecer”; aunque nunca desaparecerán del todo. Por tanto sí, es posible que con 80 años encuentres tu primera compresa flotando en el mar, o en un bosque, o en la barriga de algún ser vivo. Una buena forma de utilizar productos de higiene sostenible que cuiden el medio ambiente y tu salud.
Otra ventaja importante es la salud. Existen numerosos problemas que se asocian con las compresas y los tampones: alergias, sequedad, candidiasis, el Síndrome del Shock Tóxico… la copa menstrual no contiene químicos, blanqueantes, está hecha con silicona hipoalérgica y tiene hasta 4 veces más autonomía que un tampón, la puedes llevar 12 horas.
- Organic Cup es vegana, hipoalérgica y es la opción más saludable. Ha recibido dos veces el premio a Producto del Año en “Natural Organic Awards”.
- MeLuna es la más suave, de las mejores para iniciarse. Tiene una gran variedad de tallas y formas.
- Enna Cycle es la única que tiene aplicador, y también es vegana.
- Glup Cup es, aparte de vegana e hipoalérgica, una copa solidaria. Por cada copa que venden, donan una. Y su principal objetivo es hacer que todas las mujeres tengan acceso a una menstruación mejor.
No debería llamarse así. Pero es una suerte poder ser libre de elegir como vivir tu propia regla y, por consecuencia, tu propia sexualidad. Por eso debemos sentirnos afortunadas. Pero tampoco podemos desviar la atención en que, no todas tienen la misma suerte. Por eso creo que, nunca, nunca debemos dejar de luchar para que todas podamos compartir el derecho a ser libres.
Comment
¡Muy buen artículo! la verdad es que cada vez hay menos prejuicios a la hora de hablar de la regla, pero todavía hay mucho que hacer.